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Las raciones del gigantesco rosco donado por Mi Pan calentaron el ánimo
en un día muy frío - |
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Coincidiendo en
esta ocasión con la celebración de los carnavales, la festividad de San Blas
volvió a reunir a calagurritanos y visitantes en la Catedral de Santa María
para cumplir con la bendición de los roscos y dulces que llegaron
incesantemente durante toda la jornada. La imagen de este anciano obispo de
Sebaste, Turquia, anteriormente médico y consagrado con posterioridad,
presidió cada una de las multitudinarias bendiciones que se celebraron tras
la Misa de las 11 de la mañana en el Altar Mayor, una vez finalizadas las
obras de restauración y de instalación de la calefacción del templo en la
pasada primavera. A continuación, se procedió a la bendición del Gran Rosco
que cada año ofrece la Panadería Mi Pan, con más de cien kilos de peso, de
aproximadamente dos metros de longitud y del que se obtienen un número
superior a mil raciones que son ordenadamente distribuidas por los
voluntarios de la Asociación Amigos de la Catedral obteniendo unos donativos
que son destinados a continuar las obras de restauración que acometen en una
de las capillas de la Catedral. Una vez cumplida con esta tradición que ya
camina por su undécimo año, la procesión continuó a lo largo de la jornada
en la que se pudieron ver los típicos roscos adornados con numerosos dulces
y con los nombres de sus portadores bien visibles para que fueran bañados
por el agua bendita de este santo sanador, cuya leyenda se hizo famosa tras
el episodio en el que San Blas, durante su martirio en el siglo IV, una
mujer se abrió paso entre la muchedumbre para colocar delante de sus pies a
su hijo agonizante debido a una espina de pescado que le había atravesado la
garganta. San Blas puso sus manos sobre la cabeza del niño permaneciendo en
oración durante unos instantes al cabo de los cuales el niño se incorporó
completamente sano, siendo esta leyenda por la que se le invoca en los males
de garganta mediante "San Blas bendito, que se ahoga este angelito".
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