Después
de más de dos años cerrado por obras, el Museo de la Romanización de
Calahorra volvía a abrir sus puertas el pasado martes, con una muestra
de lo que la cultura romana supuso para nuestra ciudad y el entorno del
valle medio del Ebro.
Nos llama la atención el cambio de denominación de "Museo de la
Romanización de La Rioja" como estaba previsto, por el de "Museo de la
Romanización de Calahorra". Este cambio de denominación no es
irrelevante porque el nombre implica que nos vamos a encontrar ante un
Museo de carácter local, centrado en la ciudad, pero con la
contradicción de que presenta fondos que pertenecen a toda La Rioja, con
una gran abundancia de materiales procedentes, entre otros, de Varea y
de Herramélluri.
En conjunto es un Museo agradable para visitar y enseñar, en el cual la
aplicación de las modernas técnicas museográficas hace que el impacto
visual conseguido con una luz tenue destaque las piezas arqueológicas,
al igual que la utilización de los colores adecuados, los paneles
explicativos y los grandes montajes fotográficos. A pesar de esto, en el
conjunto del Museo encontramos, por un lado, un desequilibrio entre
zonas expositivas demasiado vacías y otras zonas que, por el contrario,
contienen vitrinas excesivamente abigarradas. Así mismo, tenemos zonas
en las que los materiales expuestos están perfectamente descritos y,
sobre todo en el primer y segundo piso, hay vitrinas en los que la
descripción brilla por su ausencia, pero entendemos que estará aún por
terminar. Por último, echamos en falta no sólo un espacio para las
exposiciones temporales que se pudieran desarrollar, sino también
espacios para el desarrollo de la actividad educativa y divulgadora que
debe tener un museo que se precie de serlo.
La historia de Calahorra no solo está representada por el mundo romano,
y por eso, nuestro planteamiento hubiera sido un museo arqueológico que
recogiera todos las etapas por las que ha pasado nuestra ciudad, sobre
todo y por poner un ejemplo, el Paleolítico magníficamente representado
con materiales de La Marcú, o la Primera Edad del Hierro con los
excepcionales materiales procedentes de las excavaciones en el
yacimiento de Sorbán. Un complemento de estos periodos que debían
haberse tenido en cuenta en algún espacio como antecedente a la entrada
de Calahorra en la Historia con Roma.
Sin dudar de la calidad de los materiales expuestos, se nos abren muchos
interrogantes. Por un lado echamos en falta determinadas piezas
procedentes de excavaciones llevadas a cabo en Calahorra. Tampoco
entendemos la ausencia de referencias a las obras públicas romanas de
Calagurris, es decir, las cloacas, los acueductos, las presas, las
calzadas, o la pobreza de los materiales expuestos del alfar romano de
La Maja, La Clínica, o la falta de un espacio para el importante entorno
rural de Calagurris.
Sobre los antecedentes para la puesta en marcha del Museo, no entendemos
la falta de respuesta del Ayuntamiento de Calahorra ante la propuesta de
donación, para este museo, de una parte del monetario de acuñaciones
calagurritanas que posee la asociación Amigos de la Historia de
Calahorra, y también el silencio ante nuestra solicitud de información
sobre el destino y la condición jurídica tanto de los materiales
arqueológicos que en su día entregamos a la ciudad, como de la
"Colección Pedro Gutiérrez" y diversas donaciones particulares, una vez
que el museo deja de ser municipal para ser una delegación del Museo de
La Rioja de Logroño.
Con ésta, es la tercera remodelación del museo que desde 1984 se ha
llevado a cabo en la "Casa del Millonario", y es necesario que desde los
organismos públicos se dote de medios para que el Museo de la
Romanización de Calahorra tenga vida más allá de las visitas puntuales
que pueda recibir. No podemos sino preguntarnos si tendremos un Museo de
la Romanización estático o, por el contrario, tendremos un Museo de la
Romanización dinámico y volcado en los fines que debe cumplir todo
museo, a saber: adquisición, conservación, documentación, investigación,
exposición y educación. Estas funciones deben generar una serie de
actividades que den respuesta a las necesidades formativas, informativas
y de ocio de los ciudadanos. Si nos quedamos otros catorce años -que son
los que han pasado desde la última remodelación- viendo las mismas
piezas, la apatía del ciudadano de Calahorra será evidente y tendremos
un museo sin vida. Compartimos así las declaraciones del Sr. Alcalde
diciendo que la inauguración no supone una meta alcanzada sino un
comienzo, y por ello, desde la asociación Amigos de la Historia de
Calahorra, además de desear lo mejor para esta nueva etapa del museo,
deseamos que más allá de un nombre bonito y rimbombante, sea un punto de
referencia en la investigación del mundo romano, tan excelentemente
representado en nuestra ciudad y nuestro entorno.
En definitiva, desde la asociación Amigos de la Historia de Calahorra,
creemos que es un museo que merece la pena visitar, y aunque en él no
veremos lo mejor de La Rioja como se nos había “vendido”, sí una muestra
importante del desarrollo que Calagurris alcanzó en época romana y por
tanto un museo digno, al que invitamos a visitar y pasar un rato
agradable.
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