"Descubrí que en la historia de la emancipación argentina había dos riojanos,
que la historia oculta. Uno era de Rincón y otro de Santo Domingo"
"El gobernador de La Rioja argentina
se reunió con
el de La Rioja española en Calahorra después de ignorarse durante
390 años"
"Con mi padre se recuperó la libertad de cultos y, a la vez, autorizó un mitin
comunista en el Teatro Ideal, con la garantía de la fuerza pública"
"Calahorra, en relación con Arnedo o Alfaro, se ha quedado atrás. Debería tener
un proyecto de futuro"
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Santiago
González ha sido el último ponente de las jornadas 'Calagurritanos por el
mundo', que organiza el Psoe. Santiago se marchó de Calahorra a los 14 años
para llegar a Argentina. Allí, formó parte del Club Español y posteriormente
fue el presidente del Centro Riojano durante doce años. En 1992 fue
galardonado con la medalla de La Rioja. Además, su padre, cuya ideología no
era de izquierdas, fue alcalde de Calahorra durante la República.
Su
acento argentino adivina su lugar de procedencia, pero su amor por La Rioja
y por Calahorra en particular, no deja lugar a dudas. Gracias a sus buenas
relaciones con los diferentes presidentes del gobierno autonómico pudo
conseguir diferentes logros para los riojanos que emigraron a Argentina. La
lucha por los riojanos ha sido una de sus señas de identidad y por eso
reclama que Calahorra vuelva a ser la ciudad industrial que fue.
- ¿Cuándo se marchó de Calahorra?
- Yo me marché a los 14 años porque era una ilusión. Yo siempre he estado
muy interesado en la Argentina porque tenía a dos tíos allí con los que
mantenía un contacto mensual por cartas. Y también me influyó que recibimos
una fotografía de uno de mis tíos donde él estaba montado en un caballo
blanco y entonces, mi sueño era que tenía que ir a la Argentina para poder
tener mi caballo blanco y tenía que cabalgar (Pero cuando llegué allí ni el
caballo blanco era de mi tío ni él sabía montar). Esto me predispuso y la
situación de España era muy complicada y eso influyó en que mi padre me
alentara para que me fuera. Y me fui solo, hice la travesía en barco y allí
me esperaba uno de mis tíos.
- ¿Cómo fue su primera etapa en Argentina?
- Mi tío siempre estuvo muy interesado en que yo me cultivara e hice mis
estudios posteriores allí. Me costó mucho realizar el bachillerato porque
con la educación cívica tuve serios tropiezos. Siempre fui muy lector y para
mi la historia de España era muy simple y no comulgaba con los conceptos que
la literatura Argentina presenta para describir su historia. Tuve problemas
por contradecir a los profesores, pero yo después me cobré esa deuda porque
descubrí que en la historia de la emancipación argentina había dos riojanos,
que la historia argentina los oculta, pero que fueron factores importantes.
Uno de ellos fue Emeterio Celedonio de Escalada, de Rincón de Soto; y el
otro es Ángel Monasterio, que nació en Santo Domingo de la Calzada. Y cuando
Manuel Belgrano, iza por primera vez la bandera monárquica lo escolta en la
jura de bandera los dos riojanos, uno como comandante militar de la zona y
otro como jefe de las baterías que defendían los cerros que dominaban el Río
de la Plata.
- El Club Español era muy selectivo y cerrado, ¿Cómo logró formar parte
de él?
- Cuando llegué a Buenos Aires existía y existe el Club Español y el
presidente, Don León Gentico, arnedano, venía todos los años a Arnedo a
visitar a su hermana. El Club Español era muy exclusivo y de difícil acceso,
era muy cerrado y selectivo. Pero el alcalde de Arnedo era mi tío y le
comentó que tenía un sobrino en Argentina. Además, León Gentico era atendido
gentilmente en Arnedo y cuando llegó a Buenos Aires me llamó y me dijo que
quería que entrase al Club Español y colaborar con él. Allí me vinculé
muchísimo con Claudio Sánchez Albornoz, Rafael Alberti, Mª Teresa León y
Leandro Pita Romero, que eran políticos españoles en el exilio y en el Club
Español tenían una actividad cultural muy grande.
- ¿Por qué decidió unirse al Centro Riojano?
- Estaba algo desconectado de La Rioja y llegó un momento en el que decidí
hacerme socio y entre como vocal, después fui vicepresidente y ya,
finalmente, fui presidente durante 12 años. El Club Español tenía un nivel
superior y yo quise dotar al Centro Riojano de un status y una agilidad
institucional. En ese momento fue el milenario de la lengua castellana y con
mi influencia y contactos con la embajada y
diferentes centros de Argentina, hicimos un año de celebración del milenario
por el país, donde la participación del Centro Riojano fue fundamental.
Posteriormente propuse crear el año de la confraternidad riojana-hispano
argentina porque tiene una provincia que se llama La Rioja. Y logré viajar
con el gobernador civil de La Rioja argentina y en el Ayuntamiento de
Calahorra se celebró el encuentro de los dos mandatarios de La Rioja,
después de ignorarse durante 390 años. Y después hemos colaborado en muchas
otras cosas.
- Además, fue galardonado con la medalla de La Rioja ¿Qué supuso para
usted?
- Mi labor en el Centro Riojano fue permanente y solicité la colaboración de
la comunidad autónoma y con todos los presidentes mantuve muy buena
relación. Y ya, con el agua un poco al cuello en la parte económica,
solicité una subvención al Gobierno de La Rioja para comprar una sede y
poder desarrollar la actividad cultural. Además, creé la operación 'Volver'
y me costó tres viajes a La Rioja para que, el que era entonces el
presidente, me concediera 10 pasajes para que 10 personas de Argentina y
Chile mayores de 60 años y sin poder económico pudieran volver a La Rioja.
Finalmente pudieron hacerlo. Después, se nos otorgaron los salarios sociales
porque había un núcleo de riojanos en la Argentina que estaban pasando
verdaderas miserias, que fueron una ayuda magnífica. Incluso, una mujer,
gracias a esa ayuda, pudo recuperar la vista tras operarse. Y en el 92, el
Gobierno de La Rioja me otorgó la medalla de oro por ser el presidente del
Centro Riojano más importante en el exterior.
- Su padre, Emilio González, fue alcalde de Calahorra durante la
República, ¿Qué recuerda de aquella época?
- Sí, fue el alcalde de Calahorra del 34 al 36. Yo estoy muy orgulloso de mi
padre porque fue el fundador del Partido Republicano en Calahorra y en el 31
fue uno de los propulsores de las elecciones municipales que cambiaron el
rumbo a España. Pero en el año 34 hubo un cambio estructural de gobierno y
la situación de Calahorra era muy delicada porque había un personaje aquí,
que para mi fue nefasto, que era un líder que no tenía el menor sentido de
lo que era democracia y se alistó en el gobierno republicano porque le
convenía y siendo alcalde prohibió el uso de campanas, la salida de
procesiones y toda manifestación litúrgica en la ciudad.
- ¿Qué logró su padre como alcalde?
- Cuando mi padre asumió la alcaldía en Calahorra anuló esos decretos y por
primera vez después de 3 ó 4 años suenan las campanas en las iglesias y el
31 de agosto del 35 salió la procesión de los Santos sin ninguna alteración
del orden y simultáneamente mi padre autorizó un mitin comunista en el
Teatro Ideal Cinema, con la garantía de la fuerza pública. Y así se recobró
la libertad de cultos porque mi padre tenía un sentido de la democracia, que
era el respeto del pluralismo, la aceptación de las distintas corrientes de
opinión. Y en el año 36 terminó porque mi padre se presentó como candidato a
diputado en la segunda vuelta y ganó el Frente Popular y ahí terminó su
período político. Además, en el año 35 mi padre puso la primera piedra del
antiguo Hospital en la avenida Numancia y firmó el contrato para la
ejecución de esa obra.
- ¿Cómo ve, desde la distancia, Calahorra?
- No echo de menos Calahorra porque vivo en una ciudad mucho más grande.
Pero lo que sí acuso es que Calahorra se ha quedado relegada porque siendo
la ciudad de La Rioja no ha progresado en relación geométrica con Logroño.
Calahorra, en relación a Arnedo o Alfaro, se ha quedado atrás, debería tener
un proyecto futuro, pero no de urbanización. Calahorra progresó, pero no lo
hizo al ritmo que yo hubiese querido. Y eso que yo tengo un especial cariño
por Pagola porque yo fui muy amigo del padre. A mí siempre me ha quedado el
"voy a mi pueblo" y a mi me interesa volver "a mi ciudad", sueño con una
Calahorra grande. Sueño con una Calahorra unida con un arco industrial de
riqueza y que no sea San Adrián el nervio motor de la economía de la zona.
Cuando me fui de Calahorra había muchas chimeneas grandes y muchas fábricas
de conservas. La conserva de Calahorra fue famosa en el mundo y perdió esa
vigencia y a mí me gustaría que desarrollase un sector industrial que le
diese la vitalidad necesaria para constituirse en la segunda ciudad de La
Rioja. Yo quiero para Calahorra un medio motor que la impulse, que sea la
Calahorra industrial. Además, la ciudad está muy bien situada, es un nudo de
comunicación hacia cinco sectores distintos del país: conecta con Logroño,
Zaragoza, Arnedo y la zona, Navarra... y esto tiene una importancia vital
porque el que quiere acudir a la zona ribereña, tiene que pasar por
Calahorra.
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