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LA ENTREVISTA

José Luis Gómez Urdáñez

- Autor del libro "Autol Histórico" -

- El champiñón produjo el milagro en Autol y los emprendedores deben estar orgullosos de lo que han hecho -


 

 

 

 

 

 

 

"Me fascina el Franquismo, pues es difícil de comprender cómo pudo durar 40 años un gobierno basado en una persona, que era bastante mediocre en todo"

 

 

 

"El alcalde de Autol es un modelo de alcaldes socialistas, entregados a su pueblo, rectos e insobornables"

 

 

 

 

"Cuando veo a algún compañero en la universidad quejarse pienso instintivamente en mandarle una semana a vendimiar"

 

 

 

 

 

"Los lunes voy a la tertulia de Teresa Alonso, el único espacio libre en esta Rioja arrodillada ante Pedro Sanz"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Natural de Murillo de río Leza y Doctor por la Universidad de Zaragoza en 1982. Profesor en el Colegio Universitario de La Rioja y catedrático en la Universidad de La Rioja. José Luis Gómez Urdañez destaca entre sus aficiones escribir, leer, dibujar, pintar y también tocar muy bien la guitarra. Le entrevistamos con motivo de la publicación de su último libro "Autol histórico".

José Luis Gómez Urdañez es el autor de 'Autol histórico', libro donde se explica la evolución de la localidad, en la que cobra especial relevancia el champiñón. Gómez Urdáñez también ha escrito la historia de otros municipios en La Rioja, como el de Cenicero, Logroño, Pradejón y Quel.

- ¿Cómo ha sido la labor de investigación para escribir este libro?

- Muy grata. Hacemos lo que nos gusta hacer. Además, estar acompañado por investigadores aprendices es muy interesante, pues permite la discusión, el cruce de opiniones... La gratificación que produce enseñar y ver que lo que se enseña es útil, es el mejor premio de un profesor. No hay más que ése.

- ¿Qué archivos ha consultado para su elaboración?

- He consultado el archivo Municipal y Parroquial de Autol, el Provincial de Logroño, el General de Simancas y también el Archivo Histórico Nacional.

- ¿Ha encontrado algún dato curioso en la historia de Autol?

- No buscamos lo curioso o lo anecdótico. Eso es lo que diferencia al historiador del cronista. En todos los pueblos ha caído un rayo en el campanario, o un labrador ha muerto a causa de la coz de un mulo. Lo interesante es comprobar la dimensión del tiempo, la coherencia de las épocas históricas y, desde luego, no perder de vista los problemas que los autoleños tuvieron que resolver, que son los mismos y tienen soluciones parecidas a los que afectaban en general a los españoles.

- ¿Qué etapa de la historia destacaría?

- Los especialistas en Historia Moderna cada vez necesitamos más ver cómo acaba la película. No podemos dejar la historia de España en 1808 cuando comienza un nuevo Régimen y una nueva sociedad. Tenemos que seguir, y así acabamos de lleno en la Guerra Civil, que es la gran tragedia española. Nunca había pasado algo así. Pero también el Franquismo nos fascina, pues es difícil de comprender cómo pudo durar 40 años un gobierno basado en una persona -por eso cuando muere el dictador todo se descompone-, que era bastante mediocre en todo. Nos atrae, casi morbosamente, comprobar cómo día a día los españoles, nosotros, nos acostumbramos a vivir como niños, tutelados en todo, no digamos las mujeres, las grandes sufridoras del Franquismo y el Nacionalcatolicismo. Cuando rebrotan algunas bravuconadas de la derecha neofranquista me enervo y, desgraciadamente, cada vez es más frecuente encontrar al facha imbécil, machista de café, copa y puro. Sólo falta que vuelvan a escupir en el suelo.

- ¿Qué papel juega el champiñón en el desarrollo de este municipio?

- Es el causante del milagro. Un pueblo como Autol, con un suelo pobre, una agricultura difícil, hubiera sufrido una gran despoblación en los sesenta si no hubiera sido por el espárrago y por el champiñón. Aquella colmena de pobres, 3.500 habitantes durante la República, no hubiera podido continuar en el tiempo del desarrollismo. Sin embargo, el champiñón produjo el milagro. Bueno, el milagro lo produjeron los autoleños, claro, que supieron ver la oportunidad. Hay algunos emprendedores, ligados a las conserveras, los de Cidacos, Picuezo, Emperatriz, que son modelos de inteligencia y valentía. Creo que deben estar orgullosos de lo que han hecho, pero también de verse en este libro.

- También ha escrito los libros de historia de otros municipios.

- Sí, el de Cenicero (1987), Logroño (1995), Pradejón (2004) y Quel (2006). De Cenicero destacaría la defensa de los liberales contra Zumalacárregui en la primera guerra carlista, lo que provoca que la ciudad tenga nada menos que una estatua de la libertad, pequeñita, pero como la de Nueva York. De Logroño, la magnitud del trabajo, más de medio centenar de historiadores trabajando en el gran proyecto y la ilusión del alcalde, Manolo Sáinz, una gran persona y un gran alcalde. De Pradejón, lo mejor el trato, el agradecimiento de la gente, reforzar mi amistad con Félix, más de 20 años alcalde y una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Y del pueblo de Pradejón, la pobreza, la enorme pobreza de la gente en muchas épocas históricas. Como en Autol, salvados por el champiñón. Y de Quel resaltaría la profundidad de la historia, la trascendencia de la división del pueblo en dos -Quel de arriba y Quel de abajo- porque no se ponen de acuerdo los herederos del señor, una división en dos que llega hasta la Segunda República. De Jesús, el alcalde, mi mejor recuerdo, buena gente, un hombre ilusionado y tenaz. Y junto con Pedro, el alcalde de Autol, modelo de alcaldes socialistas entregados a su pueblos, rectos e insobornables.

- ¿Existe algún municipio del que le gustaría escribir su historia y que no lo haya hecho todavía?

- No es eso. Esto de las historias locales es una parte de mi trabajo, como investigador y como profesor; pero yo me dedico a otras cosas y soy bastante conocido en el gremio de modernistas por mis trabajos sobre el XVIII, por mis libros sobre Ensenada, o Fernando VI. Acabo de publicar una historia de Castilla en la Esfera de los Libros, y asisto frecuentemente a congresos en España o fuera -el año pasado estuve en Argentina y en Polonia-, publico artículos, doy conferencias, etc.

- ¿Qué le reportan estos trabajos?

- Dicen que el trabajo es el enemigo de los vicios, pero como mi vicio principal es trabajar… Considero mi trabajo un privilegio y me considero realmente un privilegiado. Cuando veo a algún compañero en la universidad quejarse pienso instintivamente en mandarle una semana a vendimiar.

- También colabora con algún medio escrito...

- Me gusta más la radio, donde tengo un programa los domingos, en la Cadena SER, y voy a la tertulia de los lunes, dirigida por Teresa Alonso, el único espacio libre en esta Rioja arrodillada ante Pedro Sanz. La prensa escrita es muy esclava y sólo colaboro en dos momentos: o cuando estoy muy cabreado con la situación, o cuando estoy muy contento. No soy constante y además, zapatero a tus zapatos. Yo soy historiador, cada vez veo más claro que no se puede ir de ilustrado progre por la vida.

- ¿Qué significa para usted la Universidad?

- Soy un chiita de la universidad. Me río del asunto de la jubilación, yo aguantaré hasta que no pueda más. No entiendo la vida sin estudiantes cerca y sin un archivo. Hace muchos años, cuando empecé en la universidad de Zaragoza, veía en la "cabalgata" de la apertura a un catedrático de Medicina que iba todos los años y debía de tener 90. Entonces las cátedras eran vitalicias. Pues ese, sí, ese es mi modelo. Te confesaré que Autol histórico se ha escrito en más de un 50% durante los meses de julio, agosto y septiembre. Hace años que no tengo vacaciones. ¿Para qué? ¡Qué aburrimiento!

 
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