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Cada vez que un niño hace algo bueno soy más feliz. Cada vez que un niño sonríe de corazón vivo más años
 Tengo unos 1.700 años. Ya sé ¡es una barbaridad! Pero me conservo bastante bien
 Rezáis por papá, mamá, abuelita, abuelito… y cerráis los ojos sin dejar de sonreír
 Es mucho más bonito ayudar sin buscar que te agradezcan
 En la iglesia de San Andrés hay una escultura de mi persona con tres bolas de oro en una mano y a mis pies un barril del que salen tres niños
- Aquí casi todos le llamamos Papá Noel, pero en otros lugares le llaman Santa Claus ¿Cuál es su verdadero nombre?
- Me podéis llamar como queráis Papá Noel, Santa Claus. Son mis apodos, todos válidos pero mi verdadero nombre es San Nicolás (San Nikolaus en mi idioma, el alemán).
- ¿Es usted natural de Laponia?
- Nooo. Yo nací en Turquía, en una ciudad llamada Patara. Más tarde -cuando decidí ingresar en un monasterio- me trasladé a Myra también de Turquía y allí me hicieron obispo. Por eso en Oriente me llaman San Nicolás de Myra.
- Pero visitó más lugares.
- Muchos años después, la ciudad se hizo insegura y un grupo de católicos me sacaron de allí en secreto y me llevaron a una maravillosa ciudad italiana llamada Bari, así que ahora también me llaman San Nicolás de Bari.
- Entonces ¿Lo de Laponia?
- Ahora vivo a caballo entre Bari y Laponia, en esta última por cuestiones prácticas: los renos, los trineos, los juguetes… y porque me encanta la montaña.
- Parece usted muy mayor ¿Cuántos años tiene?
- Unos 1.700 años. Ya sé ¡es una barbaridad! Pero me conservo bastante bien.
- ¿Cuál es la clave para conservarse así teniendo tantos años?
- Querer mucho a los niños, sonreír mucho y ser amable con los demás; pero lo que mejor me sienta es que los niños me sonrían y me pidan cosas.
- ¿Es usted feliz?
- Feliciiiiiisimo. ¿Es que acaso no se me nota? Cada vez que un niño hace algo bueno me vuelvo más feliz. Cada vez que un niño sonríe de corazón vivo más años.
- ¿Cuántos años lleva usted repartiendo regalos?
- Uff la intemerata. Todo empezó cuando era joven, tendría unos 19 años o así. Yo tenía dinero porque había heredado una gran fortuna de mis padres. Resulta que me enteré de que mi vecino estaba teniendo problemas económicos. Tenía tres hijas y no se podían casar porque no tenían dinero suficiente.
- Entonces ¿Qué hizo?
- Se me ocurrió la idea de entrar en su casa a escondidas por la ventana y meter en los calcetines de las chicas -que se estaban secando sobre la chimenea- unas monedas de oro. Lo estuve haciendo varias noches. Lo hice así para que no supieran quién les estaba ayudando, ya que considero que es mucho más bonito ayudar sin buscar que te lo agradezcan, y nunca lo supieron. Así empezó todo y por eso los niños aunque sabéis más o menos quién soy no me habéis visto nunca.
- Entonces ¿Por eso es usted también patrón de las cuestiones económicas?
- Efectivamente. Si tenéis problemas económicos pedidme lo que necesitéis que os resuelva. Tenéis que pedirlo fuerte y con ganas porque tengo un montón de peticiones sobre la mesa. Los lunes es el mejor día para pedirme lo que necesitéis. En Logroño hay una iglesia donde hay una representación mía y vienen a rezarme y dicen que si vas tres lunes seguidos se cumple lo que pides.
- Tiene usted una vestimenta muy particular ¿Siempre ha vestido del mismo modo? Esa barrigota, y la barba blanca…
- Bueno bueno, vamos por orden. Lo de vestir así es bastante reciente. Al principio vestía normal, luego cuando vi que lo que me gustaba era ser sacerdote entonces repartí toda mi fortuna entre los pobres y me ordené cura. Así que vestí como un cura. Luego me hicieron obispo y vestí como obispo durante muchos muchos años hasta que me fui adaptando a los tiempos. Lo de la barriga y la barba… es propio de la edad porque yo de joven era alto y delgado.
- ¿Tenemos alguna foto de usted con esas otras ropas?
- Hombre fotos no tengo porque -como os he dicho antes- no quiero que sepan realmente quien soy. Hay muchas representaciones de mí. Por ejemplo en la iglesia de Santiago de Calahorra hay una y viene mucha gente a rezarme todos los lunes y en San Andrés hay una escultura de mi persona con tres bolas de oro en una mano -por lo de las niñas casadera que os he contado antes- y a mis pies un barril del que salen tres niños, pero eso es otra historia.
- Pero queremos saber la historia.
- La historia es súper antigua y ahora no pasan estas cosas. Yo vivía en Mira, una ciudad muy bonita de Turquía. Tuve que viajar a la ciudad de Nigea porque había una reunión muy importante de todos los obispos. Yendo de camino, entré en una posada para descansar.
- Siga, siga
- El comedor estaba lleno y los clientes esperaban con el plato puesto. Cuando subí a la habitación a dejar la bolsa, descubrí que el posadero no tenia nada en la despensa para dar de comer a tanta gente. Enseguida me di cuenta de que allí estaba pasando algo malo. Entré en la cocina y me encontré a tres niños a punto de ser cocinados. Los saqué y salí corriendo de allí con los niños en brazos. Desde entonces me nombraron protector de los niños.
- Pues a mí me parece una historia muy bonita ¿Por eso nos regala cosas el día 24 de diciembre por la noche?
- Claro, me gusta seguir repartiendo mi fortuna pero sobre todo a los niños.
- De los niños, del dinero…¿Es usted patrón de más cosas?
- Si. También soy patrón de Rusia, porque me quieren mucho y de los navegantes porque cuando me trasladaban a Bari en barco hubo una inmensa tormenta y conseguí que se calmaran las aguas y que llegáramos todos sanos y salvos a puerto.
- Parece que hay cierta competencia con Sus Majestades los Reyes Magos ¿Qué opina usted?
- Qué va. Eso son cosas de la gente. SS.MM y yo somos muy amigos. Ellos son más mayores que yo y saben más, llevan más años que yo en este proyecto. Les respeto mucho, son muy inteligentes y sobre todo tuvieron la enorme suerte de conocer a Jesús cuando era un niño muy pequeño. ¡Cuánto me hubiera gustado a mí poder haberlo conocido! Pero es que me pasan por lo menos 300 años.
- En navidad vendrá usted a nuestras casa ¿Qué nos recomienda para su llegada?
- Pues algo sencillo: me dejáis un vaso de leche y unas galletas y os vais a la cama prontito y rezáis por otros niños del mundo. Rezáis por papá, mamá, abuelita, abuelito… y cerráis los ojos sin dejar de sonreír. Os ayudará a dormir pensar todo lo que os quiere vuestra familia. Al día siguiente encontraréis sorpresas seguro. Y si las tenéis ya, acordaros de dar las gracias. ¡Jou, jou, jou!
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