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   CALAHORRA (LA RIOJA) - SOCIEDAD -   SÁBADO - 14-12-13

Julián. Le tocó la primitiva hace años


No es difícil encontrar a alguien al que le haya tocado la lotería. En Calahorra cayó el gordo de navidad en 2002 como es sabido por todos. Un premio muy repartido. En este caso queríamos hacer una entrevista a alguien al que le haya tocado mucho, pero mucho dinero. A la persona a la que vamos a entrevistar le tocó muchísimo dinero en la lotería primitiva hace más de 15 años. Una alegría pero que vino acompañada de algún que otro problemilla. Julián, nombre supuesto, es de una localidad de la zona, no quiere que se sepa su nombre ni dónde vive ni el dinero que ganó.


CALAHORRA (LA RIOJA) 14-12-13

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La gente de alrededor, los que eran tus vecinos, tus amigos pasan a comportarse de una manera rara

No jugaba casi nunca, selló el boleto por casualidad y con la mínima apuesta

Oímos en la tele que se había sellado un único boleto acertante y que se batió el record del premio

Trabajaba en un almacén de material de construcción conduciendo una excavadora

Intentamos llevar una vida normal y tranquila pero ya no fue posible


- Julián ¿Cuánto dinero le tocó?

- Mucho.

- ¿Más de un millón de euros?

- Más, aunque hace ya tiempo y me tocó en pesetas.

- ¿Cómo se vive un acontecimiento así?

- Con alegría aunque tuve muchos problemas al principio.

- ¿En qué trabajaba usted?

- Yo trabaja en la construcción. Con maquinaria. Por circunstancias de la vida me puse a trabajar muy joven de peón. Me salió un trabajo en una empresa de construcción grande y me fui a trabajar por la zona de Madrid. Empecé a trabajar de palista con una excavadora. Más tarde tuve la oportunidad de trabajar en los almacenes que tenía la empresa en un pueblo a 30 kilómetros de Madrid. Y allí estuve hasta que me tocó la lotería.

- ¿Qué hacía en los almacenes?

- Lo mismo, conducir maquinaria. La empresa era muy grande y necesitaba almacenes donde reservar de todo. Ladrillos, bloque, arena, cemento, andamios, etc... El material había que cargarlo, descargarlo, ordenarlo, trasladarlo. En fin, organizar. Fue un cambio bueno porque ya no pasabas tanto frío como en las obras. Además el pueblo era pequeño y tranquilo. Mi mujer y yo compramos una casita pequeña y el hijo vivía más feliz allí que en la capital. Estábamos tranquilos.

- Y le tocó la primitiva. ¿Compartía el boleto? ¿Cómo lo selló?

- Algunas tardes iba a echar la partida a un bar del pueblo. No siempre ya que en el almacén hacíamos dos turnos. Fue todo casualidad. En el almacén teníamos a un estudiante y a un chaval que estaba haciendo oposiciones. A estos les interesaba hacer siempre el turno de tarde para ir por las mañanas a estudiar a Madrid. Nos venían bien porque así "los mayores" podíamos hacer casi siempre turno de mañana. El caso es que ese día me tocaba de tarde pero el estudiante le venía un examen y justo ese día me pidió cambiar el turno. O sea que tuve fiesta por la tarde por casualidad y eché la primitiva en el bar.

- ¿Jugaba habitualmente?

- No. Casi nunca.

- ¿Cuánto apostó?

- No me acuerdo cuánto era la cantidad pero sí me acuerdo que fue el mínimo.

- Es decir, no juega casi nunca, selló el boleto por casualidad y con la mínima apuesta. Es que le tenía que tocar.

- Supongo que sí. Si lo piensas son muchas cosas a la vez que podían salir de otra manera.

- Sería una gran alegría. ¿Cuándo se enteró de que le había tocado?

- En el trabajo. Escuchando la radio en la máquina. Estaba amontonando arena. Eso se me ha quedado grabado. Estaba sólo en una campa y paré un rato para comerme el bocadillo. Era invierno y en esa zona hace mucho frío así que me quedé dentro de la cabina con la calefacción puesta. Me puse a comer el bocadillo y dijeron los números por la radio. Llevaba el papelillo en el bolsillo de la camisa. Recuerdo que leía los números y no me lo creía. El tiempo se me paró.

- ¿Lo comentó con sus compañeros de trabajo?

- No. Se me metió en la cabeza que no había oído bien los números. Que me había equivocado. No sé. Recuerdo que el resto de la mañana la pasé medio sonámbulo. Como a cámara lenta. Y no era cuestión de decirlo sin seguridad y luego hacer el ridículo.

- ¿Y qué hizo?

- Terminé de trabajar y me fui a casa a comer. Estaba como flotando. Tenía una sensación como de picorcillo por dentro. Además en ese momento no sabía lo que había tocado. Así que comí y sin echar siesta ni nada fui al bar a comprobar los números. Y sí me había tocado.

- Es de suponer que invitaría a una ronda a los del bar.

- No reaccioné así. Esas cosas son para vivirlas. Me quedé atontado. Estuve un montón de rato sentado en la silla con el boleto en la mano. Espabilé cuando el del bar me dijo que tenía mala cara. Se me puso mal cuerpo. Salí a la calle con el boleto en la mano todavía. Me fui a casa y se lo dije a mi mujer. Nos sentamos en la cocina y esperamos a las noticias. Luego ya vino todo de prisa.

- ¿Le llamaron de los bancos?

- A mí eso no me pasó. Días después oímos en la tele que se había sellado un único boleto acertante y que se batió el record del premio. Pero a mí nadie vino a casa a decirme nada.

- ¿Y qué hizo con el boleto?

- Puf, esa sí que fue buena. Nos quisieron engañar.

- ¿Cómo?

- No tengo estudios. Empecé a trabajar siendo un crío. ¿Que hacer con esto? Mi mujer y yo no dormíamos. Decidimos hablar con el de la gestoría. Vamos a llamarlo Antonio. Antonio era el que nos hacía la declaración de la renta. Un buen hombre que tenía un despachito con una gestoría. Un buen hombre. Una buena persona. Antonio me aconsejó que guardara el boleto en el banco. Yo le dije que por favor me acompañara. A esas alturas yo ya estaba que no sabía ni quién era.Tenía los nervios atacaos. Menos mal que me acompañó Antonio.

- Les recibirían con una alfombra en el banco.

- Calla, calla. Nos atendió el director. Todo muy bien hasta que días después fuimos ya más tranquilos Antonio y yo a hablar ya para cobrar y ver qué se hacía con el dinero. El director nos recibió con una cara como un palo.

- ¿Por qué?

- Nos salta con que no tenía muy claro si el recibo era el premiado, que tenía que aclararlo con la central... una serie de chorradas. No hubo manera de razonar con él. No soltaba el boleto ni a tiros.

- ¿Y qué hicieron?

- Yo no reaccioné. Me faltaba el aire. Veía todo perdido. El tío aquel actuaba con una frialdad absoluta. El que sí reaccionó fue Antonio que armó un cisco de campeonato, por suerte para el del banco porque yo ya lo veía todo en rojo.

- Lo denunciaron...

- Aquello fue para verlo. En un momento dado de la bronca cuando yo ya quería enganchar al tío aquel, el Antonio me sujetaba con una mano y con la otra cogió el teléfono del despacho y se puso a llamar a la Guardia Civil. El del banco empezó con "espera, espera que igual me he equivocado..."

- ¿Y cómo terminó el tema?

- Bueno al final la cosa se serenó y el tío soltó el boleto. A poco me da un ataque. Todavía hoy me despierto soñando que el tío se queda con el boleto. Un espanto. Luego Antonio lo denunció. Además en el banco había más gente trabajando que nos dieron la razón. Al tío lo trasladaron del banco.

- ¿Y se marchó de rositas?

- Supongo que sí. Aunque por las trazas del individuo ahora será el presidente del banco o así.

- Bueno una anécdota para recordar.

- Mejor no recordarlo. Luego la cosa empezó a saberse en el pueblo. Uno del pueblo al que yo ni conocía, me pidió dinero según decía para operar a su chiquilla enferma en América. Quería una millonada. Yo me ofrecí a darle una ayuda pero no ese dineral. El tío venía a casa y cada vez estaba más violento. También tuve que denunciarlo, ya por miedo. Luego resultó que no estaba casado ni tenía hijos. Era un estafador y un tío violento.

- Tiene usted para escribir un libro.

- Sí. Las reacciones de la gente fueron raras. Más de envidia que de alegría. Eso fue para vivirlo. Intentamos llevar una vida normal y tranquila pero ya no fue posible. Así que lo hablamos mi mujer y yo. Vendimos la casa y nos volvimos aquí al pueblo. Ya no hemos vuelto para nada.

- Y aquí qué tal.

- Muy bien porque no hemos dicho nada a nadie. Estamos hablando de hace 15 años. Si preguntan decimos que estoy prejubilado y punto. Tenemos una casita, bueno una casa grande. Ahora le vamos a poner un ascensor porque tiene tres pisos y los años pasan. Tenemos un buen coche. Una finquita con su casilla donde nos entretenemos. El que disfruta más es el hijo que está siempre viajando.

- ¿Cómo vivió su hijo todo esto?

- Era un crío. Pero se acuerda de los problemas. Se acuerda de la policía en casa por lo del loco. Todos acabamos aprendiendo de aquello. Cuando se trata de dinero a la gente se le va la cabeza. Eso fue lo extraño del tema. Yo ya era mayor tenía la cabeza en su sitio pero la reacción de los demás... La gente no se imagina los problemas que te da una cosa así. La gente de alrededor, los que eran tus vecinos, tus amigos pasan a comportarse de una manera rara. Te tratan nerviosos.

- Bueno algo habrá tenido de bueno el premio.

- Sí sí por supuesto. De vivir de un pequeño sueldo a esto, tú dirás. Duermes muy tranquilo por las noches. Te ríes más. Te vas de vacaciones. Haces un crucero. Lo impensable.


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